Hay instalaciones que buscan impactar. Otras, transformar. Y luego están las que invitan a detenerse, a observar con atención lo invisible. Tal es el caso de la nueva colaboración entre el diseñador mexicano Alberto Essesi y la artista turca Ceren Arslan, una propuesta que será exhibida en el Salone del Mobile de Milán 2025 y que fusiona escultura, arquitectura e ingeniería en una experiencia sensorial.
La instalación, anclada en el centro de una estructura arquitectónica que destaca por su escalera en espiral suspendida entre columnas de piedra, es una metáfora viva del movimiento, la materia y la tecnología. “El espacio en sí ya es poesía”, señala Essesi.
Trabajamos con la idea del taladro robótico como una extensión de esa espiral. Cada curva, cada sombra es un diálogo entre fuerza y precisión.
Alberto Essesi
El corazón de la pieza es el Raya Lounge Chair, una silla tallada en metal sólido que reinterpreta los valores tradicionales del mobiliario moderno a través de la ingeniería contemporánea. En este contexto, la obra de Arslan introduce una dimensión orgánica y táctil. Su sensibilidad escultórica se convierte en contrapunto y espejo de las superficies técnicas propuestas por Essesi.
Antes de fundar su estudio, Essesi, junto a su hermano Alan, Alberto formó parte del equipo de diseño de Tesla en Los Ángeles. También fue director de diseño en Mytra, liderando desarrollos de robótica autónoma. Su portafolio es un mapa de objetos del futuro: vehículos, drones, cubertería para chefs con estrellas Michelin y, ahora, coleccionables de diseño que oscilan entre el arte y la función.
Pero fue en su regreso a México donde la búsqueda cambió de ritmo. Con Essesi Studio, los hermanos se propusieron una misión simple pero ambiciosa: diseñar cualquier objeto que les apasionara. Sin categorías, sin etiquetas. Desde una lámpara ambiental hasta un mortero de cocina. Y aunque la mayoría de sus piezas se producen en México, su mirada es global.
Cada objeto creado por Essesi está limitado en producción. Cuando una pieza se agota, no se vuelve a fabricar. Esta decisión, lejos de ser una estrategia comercial, es una declaración de principios. “Queremos que cada objeto tenga un ciclo vital único, que esté en el mundo como un testigo irrepetible de su momento”, explica Essesi.
La colaboración con Arslan en Milán encapsula esa filosofía: no se trata solo de exhibir una colección, sino de provocar una experiencia. El metal tallado a máquina, las texturas que recuerdan la piedra erosionada, la espiral como símbolo del tiempo... todo apunta a una idea esencial: el diseño también puede ser contemplación.
En tiempos de producción masiva, Essesi y Arslan nos recuerdan que menos es más, y que el diseño -cuando nace del cruce entre el arte, la tecnología y la emoción- puede convertirse en una forma de detener el tiempo.
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