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© Fotografía: Eran

Eran: Homenaje a la imperfección y a la historia de los objetos

Si bien innovación suele ser sinónimo de valor, el proyecto Eran propone una visión contraria y profundamente conmovedora: dar nueva vida a muebles con pasado, piezas que han resistido al tiempo y que, con sus marcas e imperfecciones, narran historias que aún merecen ser contadas.

POR Editorial
29 abril de 2025

Si bien innovación suele ser sinónimo de valor, el proyecto Eran propone una visión contraria y profundamente conmovedora: dar nueva vida a muebles con pasado, piezas que han resistido al tiempo y que, con sus marcas e imperfecciones, narran historias que aún merecen ser contadas. Fundado en 2021 por la diseñadora Fernanda Díaz, Eran se ha convertido en un espacio donde la restauración se transforma en una práctica poética y el diseño, en un puente entre épocas.

diseñadora Fernanda Díaz

“Muchas de las piezas que encuentro han estado aquí desde antes que yo y probablemente estarán aquí después”, cuenta Fernanda. “Me encanta poder ser parte de su historia”. Su enfoque no es solo estético, sino también ético y emocional. Cada objeto restaurado es una declaración de respeto: hacia el oficio artesanal, hacia el valor del tiempo y hacia la belleza de lo imperfecto.

Una mirada atemporal

Eran

El trabajo de Eran se aleja deliberadamente de las tendencias. En lugar de perseguir modas pasajeras, Fernanda se dedica a coleccionar piezas con carácter, a menudo encontradas en mercados, casas antiguas o talleres olvidados. Cada mueble es restaurado con una sensibilidad que respeta su esencia original, mientras se le integra una visión contemporánea. El resultado son objetos que parecen habitar en una línea de tiempo propia: atemporales, sobrios, pero llenos de alma.

“Busco piezas con alma y carácter y trato de enseñar cómo las imperfecciones pueden ser parte de lo que las hace únicas”, explica. En Eran, los rayones, las manchas o las grietas no se ocultan: se celebran. Son cicatrices que hablan de usos pasados, de manos que las tocaron, de habitaciones que las acogieron. Cada restauración se convierte así en un homenaje al arte de la imperfección, una filosofía inspirada tanto en el wabi-sabi japonés como en la calidez del diseño mexicano tradicional.

 

Un proceso artesanal

productos Eran

Detrás de cada transformación en Eran hay un proceso colaborativo que involucra a artesanos mexicanos, cuyas técnicas y conocimientos son fundamentales para preservar la autenticidad de las piezas. Lejos de la producción en serie, cada objeto restaurado es único, resultado de un diálogo entre la materia, el tiempo y las manos que lo trabajan.

Esta dimensión artesanal no solo aporta calidad y durabilidad, sino que también conecta el diseño con sus raíces culturales. Fernanda logra fusionar “la esencia de tiempos pasados con la modernidad de una visión única”, en sus propias palabras. Ese equilibrio se refleja en piezas que pueden convivir tanto en interiores contemporáneos como en espacios eclécticos o de inspiración retro.

 

Diseñar con alma

diseño Eran

Más que diseñar objetos, Fernanda busca transformar espacios. Cada pieza que pasa por Eran tiene el poder de alterar la atmósfera de un lugar, de introducir una narrativa diferente. La restauración no es aquí un acto técnico, sino una práctica afectiva, casi íntima. Hay una voluntad clara de devolverle a cada objeto no solo su función, sino su dignidad.

“Eran es mi primer proyecto independiente, con el objetivo de crear piezas únicas con alma”, dice Fernanda. Esa alma, intangible pero evidente, es lo que distingue a cada uno de sus muebles: no son simples productos, sino portadores de historia, memoria y sentido.

 

Un legado silencioso

En tiempos de consumo acelerado y diseño descartable, Eran invita a una pausa. A observar con atención. A recuperar lo que parecía perdido. A entender que el valor no está en la novedad, sino en la autenticidad. Este proyecto no solo rescata muebles, sino también una forma de mirar el mundo: más lenta, más sensible, más consciente.

Desde su taller, Fernanda Díaz honra lo que otros podrían desechar. Y al hacerlo, nos recuerda que los objetos también tienen biografía, que las imperfecciones son parte de su belleza, y que cada pieza restaurada puede convertirse en un legado silencioso que acompañe nuestras vidas por mucho tiempo más.

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