Desde su fundación en 2011 por Emiliano Molina, Cuchara se ha posicionado como uno de los estudios de diseño más consistentes y propositivos de la Ciudad de México. Su filosofía se basa en una exploración continua de la forma, siempre desde una mirada reflexiva y profundamente conectada con la vida contemporánea. Lejos de buscar protagonismos gratuitos, su propuesta se ha enfocado en enriquecer los espacios habitados, aquellos donde crecemos, trabajamos y convivimos, a través de muebles y objetos que equilibran utilidad, belleza y pensamiento.
A finales de 2024, Cuchara presentó un giro significativo en su trayectoria: la incorporación deliberada del color a su lenguaje formal. Su nueva Línea LCCC a COLOR marca el inicio de una etapa donde la policromía se convierte en protagonista.
“A diferencia de otros elementos del diseño en Cuchara, el color no es discreto”, señalan desde el estudio. Aunque los objetos no dependan del color para su función, sí lo hacen para su expresión. La paleta parte de los colores primarios como punto de arranque, pero más allá del cromatismo evidente, el gesto es también conceptual. Esta decisión da lugar a una serie de contrastes visuales que se suman al rigor de la línea formal, sin perder su vocación utilitaria.
La línea LCCC, inspirada en postulados funcionalistas y modernistas, apuesta por soluciones ergonómicas, eficiencia en la producción y un uso inteligente de los materiales. Aquí, la madera —específicamente encino rojo— se tiñe con pigmentos de base vegetal, sin solventes ni químicos nocivos, permitiendo que la veta siga siendo visible y el tacto conserve la calidez del material. Se combina con textiles de producción mexicana con recubrimiento técnico, que además de su resistencia, aportan una superficie expresiva y cómoda. El resultado es un conjunto de piezas que pueden transitar de lo solemne a lo juguetón, del equilibrio cromático al alarde vibrante, sin perder nunca su coherencia formal.
En línea con su visión responsable del diseño, Cuchara lanzó recientemente el programa Segunda Oportunidad, una iniciativa que invita a los dueños de piezas originales de la marca a darles una nueva vida a través de su reventa.
“Sabemos que la vida cambia, y a veces es momento de darle un nuevo aire a tus espacios”, afirma el equipo. Pero también saben que los muebles de Cuchara están hechos para durar, gracias a la calidad de su manufactura, materiales y diseño. Por eso, Segunda Oportunidad ofrece una plataforma para revender piezas usadas, dándoles continuidad y evitando el desperdicio.
El proceso incluye evaluación, promoción, mantenimiento y logística, con la promesa de que los muebles seguirán siendo funcionales y con identidad en nuevos hogares. Esta propuesta subraya que el diseño no termina cuando una pieza sale del taller: su vida continúa en los espacios y con las personas que la habitan. Apostar por la durabilidad, la adaptabilidad y la circularidad es, en este sentido, una declaración de principios.
En palabras de Emiliano Molina, Cuchara no nació con la intención de convertirse en una marca. En 2013, los estudios de diseño industrial eran escasos en la Ciudad de México, y muchos trabajaban sin una propuesta formal enfocada en productos o mobiliario. Cuchara era, en aquel entonces, un estudio de diseño que no pretendía nada más allá de pensar y hacer objetos bien resueltos. Pero su consistencia, claridad conceptual y compromiso con una estética funcional y sobria fueron delineando su identidad.
Hoy, más de una década después, Cuchara es referente obligado del diseño mexicano contemporáneo. Con su nueva etapa cromática y su enfoque sustentable, demuestra que la forma, el color y el tiempo pueden convivir en piezas que enriquecen tanto los espacios como las vidas de quienes las habitan.
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