Situado como un verdadero oasis en popular barrio de La Ermita de Mérida, Hotel Cigno se erige en una casona señorial del siglo XIX que fusiona una experiencia de sofisticación vernácula con elementos que rinden homenaje al pasado y legado de las culturas ancestrales de la península de Yucatán.
Enclavado entre las apacibles calles adoquinadas del popular barrio de La Ermita, en el centro histórico de Mérida, se encuentra el hotel boutique Cigno. En esta señorial casona yucateca del siglo XIX se rinde un homenaje al pasado y legado de las culturas ancestrales de la península de Yucatán para una experiencia de sofisticación vernácula.
En sus 10 habitaciones y suites se disfruta del confort y una atmósfera apacible que cautiva los sentidos de los nómadas contemporáneos. Detrás de su fachada de estilo neoclásico-ecléctico, que le dota de una personalidad singular, se conservaron rasgos originales, como los techos altos que favorecen un ambiente refrescante o los pisos con mosaicos de pasta. A la edificación original se agregó una estructura donde se encuentran las habitaciones y una de sus dos piscinas.
La propuesta culinaria del restaurante Cocina y el bar complementan la experiencia de alojamiento en la Ciudad Blanca.
El proyecto de restauración de la arquitectura centenaria de la casona corrió a cargo del arquitecto Roger González, quien bajo cuidadosos procesos enfatizó los rasgos originales de la estructura y sus detalles más emblemáticos, como los techos altos, las cornisas, las columnas de estilo corintio, los capiteles ricamente ornamentados, los plafones con molduras y los pisos de pasta.
La simetría de la fachada se conservó con sus tres portales, aunque sólo el central funciona como acceso para los huéspedes y visitantes. La herrería y ebanistería de sus portones y ventanales se mantuvo, únicamente se les dio mantenimiento para darles un acabado impecable que contrasta con el matiz azul acero que domina en el exterior de la propiedad.
El proceso de rehabilitación aprecia la revalorización de técnicas ancestrales de la región, por ejemplo, el chukum –una técnica para trabajar el estuco que se empleaba en las pirámides mayas–, que aporta un aspecto de honesta rusticidad antigua gracias a la tonalidad rojiza de la tierra de Uxmal.
La disposición del volumen central de la casa de los años 1930 se respetó para recibir al huésped en un lobby con un bar. En la pieza contigua se dispone de una boutique con piezas de artesanos locales. En la sala de coworking —llamada Biblioteca— se privilegió la funcionalidad para un área que puede cambiar de configuración según las necesidades de los viajeros, ya sea para cenas o reuniones de trabajo.
En el patio central se añadió un muro sobre el que se proyecta el detalle evocador de las grandes travesías con un mural de La Ermita de Santa Isabel —también denominada iglesia de Nuestra señora del buen viaje—, que se ha inspirado del boceto incluido en el libro “Incidents of Travel in Central America”, publicado alrededor del año de 1840, en el que John Stephens y Frederick Catherwood relatan sus exploraciones en la Península de Yucatán.
La escalera situada al lado del mural conduce a una amplia terraza con piscina y un skybar con panorámicas del centro histórico, el parque de la Ermita y la iglesia de San Sebastián.
Los tonos claros de los muros predominan en los ambientes y armonizan con los ricos patrones gráficos de los pisos de pasta, la calidez de las maderas tropicales, la cantera de Ticul, proveniente de la zona de Opichén, y los toques exóticos de la vegetación tropical endémica, entre ellas la palma chit.
Al otro lado del patio se encuentra la cocina y el restaurante homónimo. De sus rasgos originales se ha conservado la campana y se agregaron mosaicos de mármol travertino en los muros.
En el proceso de restauración de la propiedad se descubrió un aljibe, que formaba parte del sistema de captación de agua pluvial. Este espacio subterráneo de dos recámaras ha sido aprovechado para una cava.
El encuentro entre el pasado y el presente en Cigno se ha proyectado a través de un pasillo con un canal de agua y plancha de madera de parota que conectan con la estructura moderna para la extensión del restaurante, un segundo bar, la terraza para la piscina y el edificio para las 10 habitaciones y suites, equipado con un elevador.
En sus 10 habitaciones y suites se disfruta del confort en una atmósfera apacible y sin artificios. En ellas, el huésped aprecia una arquitectura interior que provee una sensación de luminosidad, amplitud y frescura.
Rasgos como muros de un blanco impoluto, una paleta cromática de tonos terracotas, sus techos con vigas de madera y los pisos de pasta en matices azules con el motivo “canage” evocan la estética vernácula de las haciendas enclavadas en la selva y el colorido de los cenotes.
En el mobiliario y los elementos decorativos se fusionan los materiales orgánicos para privilegiar la belleza de las maderas tropicales y las texturas naturales. Los toques únicos están presentes a través de distintos detalles, como son los mosaicos de pasta y piedra o los lavabos en metal martillado.
Estas piezas únicas, creadas especialmente para Cigno, fueron trabajadas por maestros ebanistas y artesanos de comunidades locales, quienes son guardianes de oficios y saberes transmitidos por generaciones.
Las habitaciones también cuentan con lo necesario para instalar una hamaca y experimentar la costumbre local de la siesta para recobrar fuerzas durante la jornada o resguardarse en la frescura del interior durante las horas más calurosas.
Las dos suites en el rooftop ofrecen el más absoluto confort con terrazas privadas en el exterior. En el interior de una de ellas sobresalen los techos abovedados para la cama, que rompe con el patrón regular de trazos limpios que se aprecia a lo largo del proyecto.
Entre sus amenidades se encuentran productos de baño a base de ingredientes naturales que son amables con el medio ambiente e incienso particular para aromatizar la habitación. Los textiles, tapetes, mobiliario y lámparas son elaborados por maestros artesanos de Mérida, Guadalajara y Oaxaca, quienes demuestran su saber hacer para piezas inéditas creadas expresamente para Cigno.
El restaurante Cocina, a cargo del chef Ángel Peláez rinde un homenaje a los sabores auténticos de la gastronomía local, que se marida con la sobresaliente selección de vinos mexicanos de la cava de Aljibe.
Originario de Puebla, el chef recupera en sus propuestas las tradiciones culinarias que le fueron transmitidas por su familia, quienes le inculcaron el respeto por cada uno de los ingredientes que forman parte de cada receta. Una misión que ha llevado como su rúbrica y que distingue su trayectoria en restaurantes y hoteles de su ciudad natal, Cabo San Lucas y Mérida.
Entre los platillos inéditos creados por Peláez para Cocina se encuentran el Omelette Cigno con espinacas, nuez pecana, aguacate, salsa de requesón, queso feta y almendras; la Quesadilla de barbacoa de picanha con queso provolone, cebolla morada encurtida, cilantro y salsa verde; y la Pavlova rellena de queso mascarpone, gelée de maracuyá, frutos rojos y una compota de moras azules.
El bar se destaca por su mixología en la que se fusionan los sabores locales.
Cigno cuenta con dos bares y dos piscinas, en la planta baja y en la terraza, un área de co-working llamado Biblioteca, el restaurante Cocina, cava de vinos y un bar. Cigno ofrece experiencias personalizadas como paseos en kayak en los manglares, sesiones de fotografía subacuática en los cenotes, paseos en bicicleta por la ciudad, visitas a zonas arqueológicas e introducción al freediving.
Los aficionados del wellness pueden reservar servicios adicionales, como clases de yoga y meditación, masajes abhyangam y janzu y el myofacial.
Para adentrarse en la cultura local, se puede reservar una ceremonia del cacao, clases de comida casera con una familia maya y una sesión de mixología que incluye botanas yucatecas a base de ingredientes locales.
Actualizamos nuestro aviso de privacidad, conócelo aquí