Passivhaus o casa pasiva se refiere a un estándar de construcción ecológica con objetivos como no utilizar dispositivos mecánicos ni eléctricos, sino basarse en el diseño climatológicamente adaptado del edificio.
Solamente en México, el sector vivienda supone 16% del consumo total de energía del país y 26% del consumo de electricidad. Mientras que, a nivel mundial, los inmuebles residenciales son responsables de entre el 17% y el 21% de las emisiones de carbono relacionadas con la energía.
Ante este escenario, el sector de la construcción debe cumplir con el compromiso global de emisiones netas cero pactado para 2050, lo cual implica que a más tardar en 2030 la calefacción y la refrigeración de los hogares, una fuente importante de emisiones de CO2, debe haber alcanzado sus propios objetivos específicos.
Lo que estas cifras indican es que la construcción de vivienda ecológica ha dejado de ser un nicho para transformarse en referente.
Existen diversas formas de evaluar parámetros de medición para vivienda sustentable y estos abarcan desde la reutilización de materiales y el ahorro de agua hasta la disminución de emisiones de CO2 y la conservación de energía.
Passivhaus o casa pasiva se refiere a un estándar de construcción ecológica desarrollado en Alemania a finales de la década de los 1980 con objetivos como no utilizar dispositivos mecánicos ni eléctricos, sino basarse en el diseño climatológicamente adaptado del edificio. El diseño pasivo se basa en la orientación, la ubicación, la ventilación y la distribución de la construcción. Además, cuenta con la capacidad de aislamiento y almacenamiento de calor a fin de mitigar la fluctuación de la temperatura.
De esta forma, gracias a la disposición de la construcción, así como al aprovechamiento de las condiciones ambientales externas es posible controlar las condiciones internas incluyendo la regulación de temperatura, la ventilación y la iluminación. Debido a que las casas pasivas brindan un alto nivel de confort a sus ocupantes utilizando muy poca energía para calefacción y refrigeración se han planteado en numerosos proyectos de vivienda sustentable.
Aunque su método de construcción varía, hay algunas características destacadas:
Aislamiento mucho mayor que el de una vivienda promedio.
Acristalamiento triple con marcos aislados.
Riguroso nivel de hermeticidad que llega a ser 20 veces superior al de una construcción estándar.
Ventilación mecánica con sistema de recuperación de calor.
Si bien algunas técnicas se desarrollaron específicamente para la norma de "casas pasivas", otras, como el superaislamiento, o el concepto de diseño solar pasivo ya habían existido con muy diversas formas de aplicación a lo largo de la historia. Además, esta técnica no es exclusiva de construcciones residenciales, también puede utilizarse en edificios como escuelas u oficinas; mientras que, en algunos edificios y construcciones ya existentes, es posible adaptar algunos de estos principios, aunque normalmente no se alcanzan los mismos niveles de aislamiento que en una construcción especialmente diseñada bajo el concepto de casa pasiva.
Dependiendo del entorno una casa estándar puede llegar a utilizar hasta un 40% de energía solamente en calefacción y refrigeración. En una casa pasiva, esta cifra puede reducirse casi a cero.
En el marco de la implementación del Programa EcoCasa, que contribuye a sufragar la construcción de más de 27,000 viviendas bajas en carbono en todo el país, se han llevado a cabo diversos proyectos de construcción de casas pasivas en distintas zonas climáticas de México. Esta iniciativa, en parte financiada por el Fondo de Inversión de América Latina de la Unión Europea (LAIF) corrió a cargo de 4 empresas distintas, culminó en 2019 y contó con 30 proyectos para construir 800 casas pasivas en Sonora, Michoacán, Jalisco, Oaxaca, Nuevo León, Veracruz y CDMX.
Una de las razones por las cuales se emplea esta técnica de construcción en el desarrollo de vivienda social es su alta flexibilidad para la implementación de eficiencia energética que no supone un aumento en los costos o, en caso de incurrir en ellos, garantiza su compensación, por ejemplo: al realizar estudios de análisis económicos para la viabilidad del proyecto de casas pasivas en México, se demostró que cualquier costo de inversión adicional se compensa totalmente con el ahorro obtenido en las cuentas de gas y electricidad.
En Monterrey, ciudad de clima semihúmedo, las casas requieren refrigeración mecánica y ventilación con recuperación de calor mientras que, en ciudades de clima templado, como Morelia y Guadalajara, estas no fueron necesarias; además, los paneles fotovoltaicos de las casas construidas en ambas ciudades generan la electricidad suficiente para reducir las emisiones de CO2 en un 80%.
En el caso de Nogales, la cercanía con el desierto supuso poner énfasis en las tareas de aislamiento y acristalamiento. Gracias a ello, en estas casas solo fueron requeridas pequeñas unidades de calefacción y refrigeración.
El gran resultado de este tipo de programas es la consolidación de equipos expertos, así como la creación de cadenas de suministro locales. Asimismo, se demuestra tanto la viabilidad técnica del estándar casa pasiva en diferentes condiciones climáticas de México como la importancia de su aplicación en programas de vivienda social sustentable. Dichos resultados deberían sentar precedente para la replicación exitosa en aras de cumplir con las promesas climáticas para reducir las emisiones y limitar el calentamiento global.
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