Una galería que no solo exhibe no solo vende, sino que orquesta colaboraciones complejas entre diseñadores, artesanos, interioristas y coleccionistas, apostando siempre por la calidad estética, la riqueza material y la personalización profunda.
Ángulo Cero ha sabido construir una identidad propia: una galería que no solo exhibe no solo vende, sino que orquesta colaboraciones complejas entre diseñadores, artesanos, interioristas y coleccionistas, apostando siempre por la calidad estética, la riqueza material y la personalización profunda. Fundada por Montserrat Castañón en 2014 y abierta al público en 2015, Ángulo Cero nació de una necesidad clara: “Cuando regresé a México después de estudiar en Nueva York, me di cuenta de que aquí no existía un modelo como el de las galerías de diseño que había conocido allá: espacios que fueran de exhibición, pero también comerciales, donde el objeto se valorará por su capacidad narrativa y su función”.
Desde sus inicios, la galería ha trabajado con una idea clara de intersección, según afirma su fundadora: “Yo estaba buscando palabras que hablaran de cruce, de diálogo. Un ángulo cero es cuando dos líneas se encuentran y no hay grados de separación. Para mí, esas dos líneas son el arte y el diseño. En ese punto exacto ocurre algo valioso: se crea belleza”.
Esa intersección se materializa en un portafolio de piezas únicas o de producción limitada que pueden incluir esculturas murales, objetos utilitarios o mobiliario, todas ellas pensadas para integrarse a espacios arquitectónicos de forma consciente y emocional. “Mucho de lo que hacemos es personalizado, porque nuestros clientes —ya sean particulares, diseñadores de interiores u hoteles— quieren piezas a la medida: en dimensiones, acabados, materiales. Aunque tenemos líneas base, casi todo lo adaptamos para cada proyecto”, comenta Castañón.
Uno de los principios rectores de la galería es su compromiso con el diseño producido en México. “Todos los artistas y diseñadores con los que trabajamos o son mexicanos o están radicados en México. Es parte de nuestro ADN: impulsar una escena local sólida, desde el entendimiento profundo de las técnicas y los materiales de aquí”, afirma Montserrat. Esta decisión ha permitido fortalecer redes de producción con oficios tradicionales, sin caer en la apropiación decorativa ni en el folclorismo, sino desde una lógica de colaboración respetuosa y experimental.
Además de sus obras por encargo y piezas escultóricas, Ángulo Cero cuenta también con una línea de mobiliario y decoración diseñada bajo los mismos principios: diseño de autor, materiales nobles, procesos cuidados y adaptabilidad total. Estas piezas no buscan simplemente llenar un espacio, sino dotarlo de un punto de vista: ser presencia, acento y conversación visual.
Desde finales de 2024, la galería forma parte de Laguna, el complejo de diseño y creación ubicado en una antigua fábrica textil en la colonia Doctores. Para Montserrat, estar ahí ha sido clave en el desarrollo del proyecto: “Es un lugar muy especial, no solo por la arquitectura, sino por la comunidad. Hay una cultura de colaboración real. Compartimos el espacio con talleres, diseñadores, firmas... y eso genera sinergias todo el tiempo. Además, el tipo de público que llega —arquitectos, diseñadores, extranjeros— ha sido muy valioso para nosotros”.
Este enclave ha permitido a Ángulo Cero crecer como negocio y como plataforma cultural, expandiendo su red de colaboradores y clientes sin perder su enfoque en la producción localizada y el diseño con sentido. En este sentido, Montserrat insiste en una idea clave: la importancia de construir relaciones genuinas. “Para nosotros no se trata solo de vender una pieza, sino de acompañar un proceso. Muchas veces nuestros clientes no saben exactamente qué quieren, pero saben cómo quieren sentirse en un espacio. Nuestro trabajo es traducir eso en forma y materia”.
La capacidad de Ángulo Cero para moverse entre escalas se evidencia en proyectos como el hotel Dreams Secrets en Punta Mita, donde la galería desarrolló piezas de arte personalizadas para más de 600 habitaciones. “Fue un reto enorme, pero también una oportunidad para mostrar que el diseño de autor puede operar en proyectos grandes sin perder calidad ni intención”, señala Montserrat.
Este tipo de encargos —que van desde residencias particulares hasta espacios de hospitalidad y oficinas— reafirman que el diseño a medida no es un lujo excluyente, sino una estrategia de autenticidad y pertenencia.
Y en ese ejercicio, Ángulo Cero ha encontrado su voz: una galería que no responde a modas, y que cree, profundamente, en el poder del objeto para transformar la experiencia de habitar.
Crédito material visual: Ángulo Cero
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