La casa La Calma se sitúa en una pequeña población muy cercana a Barcelona. La parcela se ubica en una zona boscosa con una pendiente muy pronunciada donde predominan pinos, encinas y olivos. La baja densidad de esta zona residencial y la existencia de un parque natural frente a la parcela fomentan la conexión con el entorno.
La Calma se concibe como un refugio para sus propietarios, un lugar donde abstraerse del bullicio de la ciudad y de la ajetreada vida diaria. Como consecuencia se genera una envolvente másica y pesada que actúa como cáscara protectora de la vivienda y se cierra a la calle de acceso y a las viviendas colindantes y se abre y
se proyecta hacia la pendiente y el bosque.
Se estudia cada apertura de la envolvente de hormigón con el objetivo de enmarcar las vistas controladas de la parcela desde las diferentes estancias. En cambio, en la fachada que se abre a la pendiente la naturaleza irrumpe en el centro de la vivienda y adquiere todo el protagonismo.
Debido a la pendiente tan pronunciada y a los condicionantes de la normativa se decide compactar la vivienda para liberar el máximo espacio de la parcela y cedérselo al jardín. El volumen se quiebra para adaptarse mejor a la pendiente. Con el mismo objetivo se diseñan diferentes terrazas con las estancias exteriores como la piscina, la barbacoa, una zona de juegos y varias zonas de jardín.
Mediante la materialidad se busca la máxima integración en el paisaje. Para el hormigón de la envolvente se utiliza una tonalidad blanco roto, como la piedra del lugar. Las maderas utilizadas en el exterior y el acero corten recuerdan a los troncos de los árboles. En el interior se utiliza una madera más clara, para darle luminosidad
y calidez a la vivienda.
Una gran masa de árboles y arbustos envuelve la vivienda de una manera orgánica y poco ordenada con la finalidad de que el bosque se apropie de la parcela y arrope la casa.
La casa La Calma se desarrolla en dos plantas. En la baja se ubican las estancias de día y se organizan de manera fluida, conectadas visualmente pero con posibilidad de independizarse. La doble altura del salón queda presidida por una gran estantería y se separa del comedor por una chimenea abierta a ambas caras.
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