En respuesta a la globalización y a la desaparición de las fronteras físicas, la arquitectura y el interiorismo han adoptado un enfoque de diseño que se funde con su entorno, hace referencia a la influencia cultural local e incorpora diversos principios sustentables.
Obra del arquitecto Enrique Cabrera, la Capilla de la tierra, ganadora del Primer Lugar en la categoría de Arquitectura Lúdica del Premio Península 2020 se encuentra en Chicxulub, Yucatán. Se trata de un recinto abierto a toda creencia y práctica espiritual ya que fue ideado como un espacio de reflexión que al mimetizarse con el paisaje, se convierte en parte integrante del ecosistema, proporcionando una transición sin fisuras entre el entorno construido y el natural.
La experiencia supone adentrarse en una caverna que promueve la introspección y el contacto directo con la naturaleza, en el fondo hay un cuerpo de agua que evoca los cenotes del contexto y enfatiza la sensación de intimidad.
Cuando la arquitectura se integra en el paisaje, respeta la topografía, la vegetación y los ecosistemas existentes. Tal es el caso del Hotel Terrestre que, como su nombre lo sugiere, en lugar de imponerse al entorno, se convierte en una extensión de la tierra, como si surgiera orgánicamente de ella con estructuras rústicas de ladrillos, madera de proximidad y hormigón que celebran la belleza inherente del paisaje a mitad de camino entre la montaña y la costa oaxaqueñas a unos kilómetros de Puerto Escondido.
El carácter de este complejo, compuesto por catorce villas independientes, obra de Taller de Arquitectura X y Alberto Kalach reside en su capacidad para evocar una sensación de armonía y tranquilidad que fomenta el vínculo entre el ser humano y su entorno natural, promoviendo un mayor aprecio y respeto por el medio ambiente. Es así como el hotel tiende la invitación para desconectarse de la tecnología, reconectar con la naturaleza y reajustar el bioritmo con el ciclo solar.
Además, esta modalidad de turismo sustentable demuestra la capacidad de crear entornos construidos mitigando los impactos negativos de la urbanización y promoviendo un enfoque más equilibrado y holístico del diseño. Terrestre emplea energía solar, las duchas son todas descubiertas, evita el uso de aire acondicionado para favorecer técnicas de construcción que habilitan la circulación del viento así como una paleta vegetal endémica y estructuras que permiten disfrutar del exterior bajo la sombra con vistas panorámicas.
En el mobiliario destacan la silla Ruiseñor de Descanso, obra del renombrado Óscar Hagerman así como la propuesta de interiorismo desarrollada por Diana Backal y Fernanda.
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