Hoy en día resulta más relevante que nunca promover diseños multidisciplinarios, capaces de fomentar la inclusión y elevar el nivel de vida de las personas, teniendo en cuenta las necesidades y aspiraciones de cada individuo y cada comunidad.
La construcción de estructuras físicas es sólo uno de los muchos aspectos de la arquitectura ya que ésta también implica influir en la dinámica social, la identidad cultural y las prácticas sostenibles. Hoy en día resulta más relevante que nunca promover diseños multidisciplinarios, capaces de fomentar la inclusión y elevar el nivel de vida de las personas, teniendo en cuenta las necesidades y aspiraciones de cada individuo y cada comunidad.
El rol fundamental que juega la arquitectura en el cambio social consiste en que cada proyecto, por pequeño que sea, aunque no se trate de una de las más grandes comisiones, conlleve la intención de hacer ciudad.
Con hacer ciudad me refiero al sentido de estar integrados con el entorno y aportar a nuestra comunidad: quizás un jardín público para todas las edades como parte de un desarrollo inmobiliario, o espacios flexibles en la planta baja de una vivienda, que brinden un ingreso económico a sus residentes. Como arquitectos, tenemos la responsabilidad de contemplar estas alternativas, no pasar de vista estas oportunidades únicas, para incluir en el diseño una aportación de impacto favorable.
Por ejemplo, hace unos años, en respuesta a una convocatoria pública de vivienda social por parte de CIDS INFONAVIT en la Ciudad de México, 100 arquitectos fuimos comisionados para presentar un prototipo de vivienda que incorporara mejor calidad de vida. Cabe mencionar que, en el marco de este proyecto, INFONAVIT colaboró con diseñadores de mobiliario como Esrawe Studio para equipar las viviendas de carácter social.
Como segundo ejercicio, 32 arquitectos desarrollamos un proyecto de redensificación urbana. Estos proyectos, están ubicados en terrenos no explotados a su máximo potencial: lugares abandonados y sin buena calidad de vida. Con viviendas obsoletas y rígidas, que no generaban identidad en sus habitantes.
La idea de nuestra propuesta se basó en flexibilizar el concepto de vivienda social, con la posibilidad de adoptar usos diversos en un mismo volumen de mucha amplitud. En un predio de 90m2, se generaron 4 viviendas de 45m2 +7m2 de terraza. Asimismo incluía 30 m2 de locales comerciales para las familias y un jardín de 30 m2 con programa de actividades públicas, promoviendo una liga con la comunidad inmediata.
Éste fue un ejercicio súper valioso por parte de una institución ligada al gobierno, considero que los arquitectos realmente debemos colaborar en equipo con el sector público. El presupuesto era muy acotado e implicaba dotar la mayor cantidad de posibilidades con el menor recurso.
Propusimos espacios de doble altura y media, para familias de hasta 10 personas, comedores urbanos para aquellas familias con la intención de montar un negocio de comidas corridas, talleres para carpintería u oficios o jardines en planta baja permeables a las calles, resultados del análisis de la socialización del proyecto realizada. Todo como posibles soluciones, después de un estudio profundo del contexto natural, económico y social. El hacer una ciudad sostenible y aportar calidad de vida a la comunidad, nos interesa mucho más allá de los metros cuadrados vendibles.
En un proyecto que inició como parte de una investigación en la UNAM -y que fue evolucionando con los años- un grupo de arquitectos realizamos un estudio a profundidad de la nueva centralidad de la Ciudad de México. Recorrimos las calles y realizamos un mapeo a detalle para ubicar las colonias que no funcionaban, y que, si bien se encontraban insertas dentro del tejido urbano, estaban desaprovechadas.
Nos llevó un periodo de casi medio año ubicar las mayores áreas de oportunidad. Realizar investigaciones integrales y concisas previo a las propuestas urbano-arquitectónicas, me parece fundamental, más allá de la disponibilidad de crecer en altura y la explotación de los lugares sin saber, por ejemplo, si hay agua, electricidad o demanda suficiente, considero es clave también, un actitud real de entendimiento, ante las necesidades de los vecinos e investigar los detalles, recorriendo a pie de calle.
Fue así como identificamos Atlampa y Santa María Insurgentes, una gran zona que contiene 43 hectáreas de industria deteriorada o abandonada, tiempo después retomada en proyectos de gobierno. Un vacío metropolitano inseguro. No hay nada que te lleve a Atlampa, con vivienda precaria y con asentamientos irregulares de personas en situación de calle. No hay prácticamente equipamiento, áreas comunes o espacios públicos de calidad que contribuirían a que los habitantes se puedan integrar, identificarlos, vivirlos y cuidarlos. No hay asentamientos comerciales o dónde comprar cosas.
Entonces, hicimos a partir de todo este estudio, una estrategia integral sobre cómo darle vida como un nuevo lugar autosostenible; a través de 55 acciones específicas presentando sus posibles beneficios y 31 proyectos urbano - arquitectónicos. Confiando en la sinergia del urbanismo con la arquitectura trabajando de la mano.
Fue así como, derivada de esta larga investigación, presentamos la propuesta Atlampa Post-Industrial, que resultó seleccionada en 2019 por el Banco Interamericano de Desarrollo en el marco de la convocatoria LAC Cities Challenge: proyectos innovadores de regeneración urbana.
En dicho proyecto hablamos de microciudad para buscar generar la capacidad de habitar, de trabajar y de recrearte en el mismo lugar. La propuesta cubre desde centralidad, circuitos de actividades, atractores urbanos, frentes activos, equipamiento cultural, deportivo; hasta conexiones a través de una serie de espacios públicos abiertos y cerrados que permitan descubrir de un lugar a otro, con accesibilidad universal y conexiones con el Centro Histórico, el cual se encuentra a una distancia caminable.
La propuesta también contempla densificar vivienda en zonas estratégicas y de diferentes estratos económicos: tanto social como para personas de mayores ingresos, todo en el mismo lugar, en una búsqueda de hacer ciudad, también de alguna forma, más real hacia las demandas del mercado.
En colaboración con la Secretaría de Desarrollo Económico, buscamos retomar la identidad industrial del territorio, revitalizándola con industria limpia, sustentable y generadora de fuentes de empleo. Asimismo, involucramos a la Cámara de la Industria de la Construcción para hacer partícipe al sector privado.
No buscábamos restringirnos a sólo dos niveles de construcción, sino estar abiertos, por ejemplo, a analizar propuestas de inversión privada, con el 70 por ciento del predio, por ejemplo, como un jardín público, cerca del área de tren suburbano donde se integran también ciclovías. Generando nuevas áreas rentables, pero de la mano como su equipamiento e infraestructura necesaria. Hacia ciudades inclusivas, activas, dinámicas, actuales y de calidad humana, con rutas de cohesión gracias a los ejes públicos.
SOBRE EL AUTOR / PLUMA INVITADA
Director de ACCIDENTAL Estudio de Arquitectura, tiene más de 15 años de experiencia en diseño arquitectónico en vivienda, oficinas, cultura, laboratorio, mercado y desarrollos de uso mixto de alta gama. Líder del proyecto "Atlampa Post Industrial: Nueva Puerta al Centro de la Ciudad de México" seleccionado en 2019 por el "LAC Cities Challenge" organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo.
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