La neurociencia ha generado una fascinante conversación al conectar a los arquitectos con los hallazgos científicos sobre el cerebro y nuestra percepción frente a los estímulos externos, y que nos ayudan a comprender cómo el entorno construido afecta nuestra percepción y, en consecuencia, nuestro bienestar.
Como fundador de LVS-Architecture, una firma especializada en arquitectura y consultoría centrada en el diseño de experiencias, Luis Othon tiene como objetivo principal comprender y satisfacer las necesidades de sus clientes y sus negocios. Para lograrlo, se ha establecido un diálogo entre la arquitectura, la neurociencia y la psicología cognitiva con el fin de tomar decisiones de diseño fundamentadas. Si bien esta tarea implica un enfoque exploratorio sin una fórmula fija, hemos desarrollado una metodología que nos permite investigar y aplicar estrategias de diseño que buscan estimular el espectro sensorial.
Este enfoque nos permite ir más allá de la mera estética en nuestros proyectos arquitectónicos, buscando crear espacios que proporcionen experiencias enriquecedoras y significativas para los usuarios. A través de nuestra colaboración con expertos en neurociencia y psicología cognitiva, obtenemos conocimientos científicos que nos ayudan a comprender cómo el entorno construido puede influir en las emociones, la cognición y el bienestar de las personas.
Cuando me uní a la Academia de Neurociencia para la Arquitectura ANFA con sede en el icónico Instituto Salk del arquitecto Louis Kahn, en San Diego, California, mi interés se centraba en investigar el concepto de la "neuroarquitectura". Sin embargo, al interactuar con diversos neurocientíficos, existen controversias sobre si este término realmente representa el trabajo científico, formal, y colaborativo de estas disciplinas. Si bien ésta etiqueta es atractiva, se ve afectada con el marketing relacionado a las investigaciones sobre el comportamiento del consumidor y la toma de decisiones, y confunde el verdadero propósito de la conversación entre la Neurociencia y la arquitectura.
La neurociencia ha generado una fascinante conversación al conectar a los arquitectos con los hallazgos científicos sobre el cerebro y nuestra percepción frente a los estímulos externos, y que nos ayudan a comprender cómo el entorno construido afecta nuestra percepción y, en consecuencia, nuestro bienestar. Estos avances nos han revelado cómo la arquitectura y el diseño tienen un impacto directo en nuestra salud física y mental, y cómo influyen en nuestra respuesta y estímulos frente a los entornos construidos.
Tonino Grifero, filósofo investigador y promotor de las conversaciones entre la arquitectura y neurociencia, hace referencias sobre la estética de los espacios emocionales, aborda el concepto de "atmósfera" desde una perspectiva estético-neofenomenológica. Su enfoque se centra en las sensaciones y percepciones generadas por el entorno que nos rodea, más que en los objetos individuales o las obras de arte en sí mismas. Grifero destaca la importancia de las experiencias emocionales involuntarias que surgen al interactuar con el entorno.
Su trabajo se adentra en la noción de "atmósfera", explorando cómo los espacios pueden evocar sensaciones y afectar nuestra subjetividad. La estética orientada a lo percibido, en lugar de lo conocido, es clave en su enfoque. También nos invita a reflexionar sobre el camino que uno "siente" al encontrarse expuesto a los sentimientos presentes en el entorno circundante. Y nos desafía a explorar cómo los espacios pueden influir en nuestras emociones y estados de ánimo, ya que nos brinda una perspectiva única sobre la importancia de las atmósferas emocionales en el diseño arquitectónico, y cómo estas pueden enriquecer nuestra experiencia y conexión con el entorno que habitamos.
Al igual que Grifero, Gernot Böhme (reconocido filósofo con enfoque fenomenológico), en sus investigaciones exploran la concepción y generación de atmósferas en la arquitectura, considerando la experiencia subjetiva y sensorial de los individuos en relación con el entorno construido. Su trabajo profundiza sobre cómo los espacios arquitectónicos generan sensaciones y emociones en las personas, y cómo estas experiencias influyen en su interacción con el entorno.
Böhme acuñó conceptos clave, como la "atmósfera" y el "espacio atmosférico", que abordan la calidad sensorial y emocional de los espacios. Su enfoque se centra en la creación de aquellas atmosferas que generan una experiencia multisensorial, involucrando aspectos como la luz, el color, la temperatura y los materiales para crear experiencias específicas y evocadoras. Su trabajo define la importancia de los espacios que van más allá de una función utilitaria, porque son capaces de influir en nuestras emociones y estados de ánimo.
Gracias a la ANFA, existen oportunidades de entablar conversaciones con destacados neurocientíficos, como Eduardo Macagno, especialista en la investigación del Alzheimer. Estos intercambios brindan una mejor comprensión de este trastorno cerebral, lo cual ha permitido conocer y establecer una conexión empática entre la arquitectura y la neurociencia al ofrecer diferentes soluciones de diseño para las residencias para pacientes con Alzheimer. Estar informados nos permite tomar decisiones sobre el diseño de atmósferas y recrear habitaciones inspiradas en los entornos familiares de las personas que viven con este padecimiento.
Esto implica cuidadosamente diseñar de manera adecuada una atmósfera que responde particularmente al usuario, el interior, la selección del mobiliario, los colores, cortinas, etc, y considerar todos aquellos elementos que sean preferentemente reconocibles por el paciente, y brinden una sensación de seguridad y pertenencia. Además, al tomar decisiones de diseño informadas, así como hacer uso de tecnología que garantice que una habitación cuente con las condiciones óptimas considerando los ritmos circadianos y las horas de sueño, podemos lograr que las personas tengan un buen descanso. Esto incluye aspectos como la iluminación adecuada, la calidad de la luz, la temperatura y el aislamiento del ruido exterior.
Gracias al enriquecedor intercambio de conocimientos con expertos en neurociencia, ciencias cognitivas y filosofía, se puede desarrollar un enfoque integral en el diseño de espacios para atender las necesidades de todos los usuarios. El objetivo primordial debe ser crear ambientes que vayan más allá de la funcionalidad, proporcionando una sensación de familiaridad, seguridad y bienestar. Y crear espacios que promuevan la salud integral de los individuos, tanto en términos de confort físico como de estabilidad emocional.
Al considerar los avances científicos en neurociencia, las percepciones cognitivas y las reflexiones filosóficas, se logra crear mejores soluciones de diseño y entornos que inspiran y elevan la calidad de vida de quienes los habitan.
En nuestra práctica, hemos aplicado mejoras en la experiencia de compra en diversos espacios arquitectónicos, incluyendo proyectos gastronómicos, residenciales, comerciales e institucionales. Particularmente trabajamos un proyecto de supermercado donde se expresaba la preocupación por los excesivos estímulos visuales y una sensación abrumadora al recorrer el espacio, principalmente debido a la saturación de etiquetas, colores, materiales, luces y texturas.
Para abordar esto, nos hemos basado en conversaciones con el Dr. Michael Arbib, acerca de su investigación sobre un modelo de "Dos Sistemas Visuales" en el cerebro, donde explica y hace referencias sobre la distinción entre la corriente dorsal y la corriente ventral del sistema visual. La corriente dorsal se enfoca en la percepción espacial, el movimiento y la acción, mientras que la corriente ventral se enfoca en el reconocimiento de objetos y la percepción visual. Esta distinción tiene implicaciones relevantes en el estudio de la percepción visual en la arquitectura.
Al comprender la función de las corrientes dorsal y ventral, logramos establecer estrategias para diseñar la navegación del supermercado a través de elementos arquitectónicos de manera más efectiva. Con base en el estudio de la corriente dorsal implementamos un diseño perimetral con elementos de color uniforme, logrando reubicar los letreros de cada departamento identificados claramente en el perímetro del edificio de manera que se interactúa con la navegación espacial. Mientras el estudio sobre el enfoque de corriente ventral se basa en la interacción con elementos fijos en el espacio, tales como canopes y estructuras que enfatizan y demarcan los espacios de cada departamento del supermercado. Esto proporcionó una ruta clara, ordenada y agradable para los clientes, reemplazando y eliminando la saturación visual previa por un entorno más fácil de recorrer.
Este enfoque basado en la comprensión de las corrientes dorsal y ventral permite a los arquitectos diseñar espacios que estimulan los comportamientos y la navegación en los usuarios. Por ejemplo, mediante el uso de señales visuales que estimulan la corriente dorsal, como colores contrastantes y señalización direccional clara, se puede fomentar el movimiento a través del espacio. Por otro lado, resaltando y enfatizando características específicas con señales visuales que estimulan la corriente ventral, se puede incentivar a las personas a interactuar con esos elementos en el espacio.
Finalmente, en el ámbito de las ciencias, se busca alcanzar la máxima precisión y abarcar a todos los seres humanos, centrándose también en la cultura, la comunidad y el contexto. Si logramos entender cómo se relacionan los miembros de una comunidad y construimos una arquitectura en relación con ellos, estaremos aplicando el conocimiento adecuado para brindar la mejor solución a un proyecto.
Un ejemplo notable en México es el proyecto arquitectónico y educativo desarrollado por Alberto Kalach en una escuela rural en Jojutla, Oaxaca. La participación de la comunidad en el proceso de diseño tiene un impacto significativo en el compromiso de las personas con la educación de sus hijos, y también se alinea con las mejores prácticas de la psicología cognitiva. Este es el punto central: al desarrollar un proyecto, ya sea en un barrio de la misma ciudad en la que vivimos, es fundamental comprender todas las dimensiones de ese lugar. El proyecto educativo en Jojutla no podría haber sido igual en Japón, ya que cada contexto cultural tiene sus particularidades.
Por ejemplo, en el caso del jardín de niños al aire libre en Tokio diseñado por Takaharu Tezuka, el enfoque lúdico y poco convencional del edificio responde a las necesidades particulares de la infancia en ese contexto. En este jardín de niños no hay límites físicos definidos. El espacio desdibuja los límites entre el interior y el exterior, y presenta una variedad de áreas deportivas, educativas y de descanso que se adaptan a las necesidades específicas de los niños. Por ejemplo, cuenta con una planta libre y circular, sin muros, donde una rampa continua conduce a una azotea, permitiendo que todos los niños aprendan en un mismo espacio.
Estos ejemplos destacados muestran la importancia de comprender y considerar las particularidades culturales y comunitarias al diseñar proyectos arquitectónicos. Al hacerlo, podemos crear espacios que se ajusten de manera óptima a las necesidades y contextos específicos, brindando soluciones que sean relevantes y significativas para las personas que los habitan.
En la formación de los arquitectos, existe una tendencia a considerar el sentido de la vista como el principal medio para percibir un espacio arquitectónico. En la actualidad, se habla de herramientas como la realidad aumentada, la inteligencia artificial, las visualizaciones digitales y recorridos tridimensionales, como los únicos recursos que nos permiten "ver" y explorar un espacio a través de dispositivos tecnológicos, lentes y pantallas enfocados en la vista. Sin embargo, surge la pregunta: ¿qué sucede con los demás sentidos? ¿Qué ocurre con el olfato, el gusto, el oído, la propiocepción, o la percepción de la temperatura o la humedad? En el contexto de los edificios que incorporan tecnología avanzada, hay mucho por descubrir y diseñar más allá de la simple estimulación visual.
En nuestra era de redes sociales, estamos acostumbrados a ver imágenes y contenido visual, pero el simple hecho de ver un restaurante no garantiza que nos sintamos cómodos allí, que la comida sea deliciosa, que huela bien o que la temperatura sea adecuada. Una de las responsabilidades que atribuyo a la arquitectura contemporánea es contrarrestar el hecho de que los algoritmos y la inteligencia artificial están determinando nuestra comprensión del espacio y las atmósferas sin realmente involucrar la experiencia multisensorial. En mi opinión, el futuro se dirige hacia la promoción de una arquitectura y un diseño que vayan más allá de lo que actualmente ofrecen las telecomunicaciones y las redes sociales, hacia una apreciación de todo aquello que estamos perdiendo al estar inmersos en una pantalla.
Es esencial reconocer que la experiencia humana se compone de una variedad de estímulos sensoriales. La arquitectura y el diseño deben abordar y apreciar estos aspectos, creando espacios que no solo sean visualmente atractivos, sino que también estimulen y acomoden los sentidos del olfato, el oído y el tacto. Al incorporar la experiencia multisensorial en el proceso de diseño, podemos crear ambientes en los que las personas se sientan verdaderamente conectadas, cómodas y en sintonía con su entorno. La tecnología puede ser una herramienta valiosa para ampliar nuestras capacidades sensoriales, pero no debemos olvidar que los sentidos son fundamentales para nuestra comprensión holística del espacio y las atmósferas que nos rodean.
SOBRE EL AUTOR
Luis Othón Villegas Solís recibió un Master In Design Studies de la Universidad de Harvard y el título de Arquitecto por la Universidad Autónoma de Guadalajara. Es el fundador de LVS Architecture, una firma que explora las conexiones entre la neurociencia, la psicología del comportamiento y los ambientes construidos. Ha sido conferencista en varias universidades como NewSchool of Architecture and Design, Harvard University, School of Visual Arts, Pratt Institute, entre otras. Así como expositor de su trabajo de investigación sobre neurociencia y arquitectura en el Salk Institute for Biological Studies, y la Academy of Neuroscience for Architecture (ANFA) en La Jolla California.
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